domingo, 1 de julio de 2018

En la orilla de un charco apagado



Ya no puedo buscar los segundos que me faltan en las heridas que surcan mis pies, que los hacen más humanos. Se me escurre el tiempo entre los dedos cada vez que doy un paso adelante, sin miedo a nada. Por mis venas corren los llantos que no he tenido, las lágrimas que debieron ser mías, que no se rinden aunque no llegasen a nacer...
     Solo quiero abrazarme y no hablar. Que la lluvia deje de mojarme y que el silencio se quede sin nada más que decir. Todo va demasiado rápido y ya no consigo adaptarme a ese  de universo demasiado realista, caprichoso hasta hacerme sangrar. El aire se está quemando mientras la inocencia huye.
     He desbloqueado lo que creía prohibido y lo he descomplicado tanto como descomplicado es un laberinto de huecos llenos de mentiras. La sociedad me perseguía, pero se ha quedado sin aire y la carrera contra ella ha purificado los pálpitos más falsos de mis huesos.
     Mi nombre ha perdido su acento y pude encontrar mi identidad en la orilla de un charco apagado.

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