Me llamaba Muñeca de Escarcha hasta que
desde las profundidades
tu pelo osciló en mi dirección
No hubo velo que ocultase mi pelo empapado
No hubo suficiente fuego
en esta arena de chocolate amargo,
un cacao que jamás,
nunca jamás
podrá curar tu mirada...
No hubo suficiente fuego
para susurrarte con voz entrecortada
la ferocidad de mis latidos
Como un desierto ardiente
sin oasis al que escapar de tu boca
Me da miedo tu sonrisa, ¿te lo imaginas?
Temo sentir tus brazos atrapándome,
el roce a regañadientes de tus manos sobre mi espalda
Y si las hojas de té pudieran predecir el futuro
llorarían al pensar que me pisaste el alma durante el baile
y que siempre seremos nuestras
Yo, tuya
Tú, mía
Solo pido a cambio una batalla de besos
Con los cactus por testigo...
Y mi corazón, olvidado en una espina.
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