Esmeralda

La lluvia cae sobre los soportales de las calles y las hondas heridas de las caminantes, fieras y dignas, con su sangrante cabeza bien alta, golpes en el rostro, besos de espinas en sus labios.

        Llamas de cristal, recordad que un día fuisteis infierno, una aurora de verano, el viento y la voz del silencio.

         Guerreras desesperadas sangrando terror y escarcha.

         Techos de los suelos que pisan.

         De las tierras que destruimos.

         Señoras de su pensamiento.

No hay quien entienda los ruegos del reflejo de la luna, en el mar, en las huellas de las difuntas musas sin nombre, divas con historia, memorias jamás escritas. Memorias jamás oídas.

"Me has mentido, Esmeralda.

Mi puñal gimiendo en tu espalda.

Fuertemente tatuado en tus huesos de piedra.

Llora, puta, desángrate sobre la arena"

                                                     [...]

Pero tú... sangras escarcha y lloras escarcha. Tus alas son de hierro. Un rayo acaricia tu tierna piel. Sus palabras escupen veneno.

          Pero tú, antídoto en el alma, eres un verso libre revoloteando alrededor de un lirio marchito.

       Tus células arden y se nutren de la esperanza, caminante. Sin heridas. Con memorias escritas aquí, sobre tu piel, Diva con historia, primavera en el invierno, mañana serás infierno.

          Arde tú sola.

          Que te tiendan la mano solo para ayudarte a volar.

          Volverás a caminar, Esmeralda, sobre el reflejo de la luna sin necesitar los soportales.

          Porque la lluvia limpia la tinta del miedo, Esmeralda.