Me obligaron a aprender a sumergir mi alma en un canto que jamás había escuchado antes, y ahora estoy viva. Pensaba que el mundo era plano y que las estaciones eran cuatro. Pero no puedo dejar de caminar entre las dos que forman esta infinita habitación para comprobar que estoy equivocada; soy la ceniza que quedó de aquel beso con la niña de vestido blanco y pelo plateado que desearía no haberse hecho mayor... Todo se derrumba y me vuelve invencible. Las olas del mar reflejan lo que jamás he podido gritar en medio de un bosque en penumbra.
Yo soy. Y dicen que lo que es, será. Y que los escritos permanecen... Bien, esto es un escrito, pero yo soy... Yo soy una letra que algún mago inexperto se olvidó en el aire. Las palabras seguirán volando hasta llegar a los labios que aquella niña clavó en mí.
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